miércoles, 1 de octubre de 2008

Una metafora de mis viajes a la facu


2 horas y algo más

Benditas 2 horas. A veces sentado, otras veces parado, soportando el lloriqueo de los chicos o las quejas de los viejos o al loco de al lado con los auriculares; que primero me pregunto:
¿Que música estará escuchando que se mueve así? ¿heavy metal, punk, rock?, Segundo ¿se cree que esta en el recital que canta y salta?... Eh viejo, este es un espacio publico, se me ocurre gritarle. Aunque, más que bronca es cómico y me da risa porque todos lo miran como si estuviera loco.
Igualmente, lejos de prestarle más atención me distraigo al ver a una señora y su niño, el que debe ser su hijo o nieto, yo que se, esquivar un vomito más grande que mi perro pequines y al no ver donde sentarse se quedan parados y mirando a ver si alguien se apiada de ellos y les da un mísero asiento aunque este roto no importa porque acá, la clave es ir sentado. Mirando a todos lados y viendo que nadie se mosquea, y claro, si estamos en Argentina donde te ganan o vos le ganas a los demás. En fin, al ver que el niño no tendrá más de 4 años y que se mueve como si hubiera adentro un tornado ante cada frenada brusca del chofer, que parece que estuviera en una carrera de formula 1, me levanto y le sedo el asiento, total llevo más de una hora y mis piernas parecen un tronco de árbol y encima me queda una hora más.
La mujer me mira o la dama va para ser más educado me mira y me dice: gracias se lo agradezco eh. Como si lo que hubiera hecho yo fuese de otro planeta, fuese antiterrestre, inhumano es la palabra que lo describe más. La señora se sienta y como puede alza a su hijo o nieto entre sus piernas ya viejitas y cansadas y el desgraciado de al lado al que tuve que saltar para pararme y cederle el asiento sigue durmiendo como un desgraciado sin vergüenza. Al menos podría entornar los ojos para ver la situación a su derecha.
Ya parado y por lo menos estirado las piernas comienzo a ver a mi alrededor negocios y más negocios que ofrecen cosas lindas y caras, otras no tanto, cosas que ni mamado me compraría y cosas que no merecen ni la pena nombrar.
También me pierdo en la mugre de los vidrios y pienso. Viejo ¿ quien es el que limpia este cacharro?. Las ventanas se abren con dificultad, el pasamanos es intocable o tocable y hasta por ahí nomás. Pero al mirar a todos y sufrir las frenadas una tras otra brusca pienso: parecemos vacas encerradas que nos llevan al frigorífico o al matadero porque el cacharro se mueve como no se que y la gente va tan seria como si fuera a punto de morir.
En fin, mis ojos se pierden una vez más, pero esta vez, en números tales como 164, 110, 99, 15 y vienen acompañados de palabras: Plaza Pavón, Plaza Italia, Semirapido Uriburu, etc.
Son cacharros que llevan gente en igual de condiciones que nosotros. De repente, dejo de mirar por la ventana y mi vista se frena en el lugar de donde ha salido el inconfundible ruido de monedas cayendo. Pero como olvidar el timbre, fiel amigo de la mano del brazo del cuerpo de la cabeza de la mente del hombre que desea bajarse y decirle adiós a su viaje en colectivo.
Edi

1 comentario:

Integrantes: Clary, Ale, Vivi, Belén dijo...

¡¡Muy buena descripción de viajes!! en muchas cosas coincido y sobre el título quedó perfecto 2 horas y algo más.. muchas cosas más jejee... hasta la próxima...

Clary.